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Un homenaje a dos hermanos de lucha

 

 

Un homenaje a dos hermanos de lucha

 

Por Sandelis

 

Alejandro

Hace treinta y tantos años Iroel y Alejandro caminaban por los pasillos de la CUJAE, subían las escaleras, se sentaban en nuestras aulas, defendían sus criterios e impulsaban con su ejemplo a los estudiantes de aquella generación de cujaeños. Si el azar los llevó a matricular en la misma facultad de Industrial y estudiar la misma carrera de Ingeniería en Sistemas Automatizados de Dirección, las causales los hicieron defender idénticos ideales y actuar movidos por los similares principios. Quisieron también las circunstancias, que sus vidas se troncharan cuando aún tenían mucho por dar.

Iroel

Este sábado 15 de julio, quienes fuimos sus compañeros de estudios y de las misiones en la Juventud, el Partido y en la batalla ideológica, quisimos rendirles homenaje, a solo dos meses del fallecimiento de Iroel y a veinte años de la desaparición física de Alejandro. Y qué mejor escenario que la Universidad que los vio forjarse como revolucionarios y como extraordinarios jóvenes de su tiempo.

 

 

La mañana la estrenamos con un juego de softbol entre sus antiguos compañeros, homenajeando en Alejandro a uno de los mejores deportistas que ha tenido la CUJAE, y en Iroel, a quien fuera el árbitro de otro juego de softbol pactado como homenaje al propio Alejandro, un año atrás. Lo reñido y emotivo del juego, decidido en el último inning con marcador de 8 carreras por 7, sirvió como preludio a un más emotivo encuentro en el teatro del CECAT.

Ya en el teatro, luego de entonar con fuerza las notas de nuestro Himno Nacional, fue proyectado un audiovisual que bien pudiera llamarse “Iroel habla de Alejandro”, y que estuvo complementado por fotos de Iroel en diferentes facetas de su vida. Seguidamente, Luisito y Anet, antiguos compañeros del trabajo profesional en la UJC; introdujeron el conversatorio, y las intervenciones se centraron en Iroel, como hace un año lo hicieron en Alejandro en idéntico escenario.

Ernesto relató sus vivencias en el Instituto del Libro, del cual Iroel fuera su presidente, y de su empuje por llevar la lectura a los más insospechados ámbitos del quehacer nacional. Fidelito reveló su pujanza y huella dejada en la Editora

Abril, y su capacidad de lanzar las más fuertes críticas y al día siguiente seguir siendo el compañero entrañable. Queipo narró la admiración que en él se despertó al constatar la elevada cultura de Iroel a través de un simple juego de conocimientos en un largo viaje, que le permitió cambiar su visión de los cuadros profesionales de la UJC, y cómo su influencia contribuyó a transformar la decisión de hacer un doctorado en el exterior, por la de asumir una misión como cuadro profesional de la UJC.

Nieto, David y Roberto, compañeros de su etapa en la CUJAE y del trabajo en la UJC, recordaron al Iroel intransigente, crítico, honesto, valiente y con una cultura integral que resaltaba entre los jóvenes de su generación. De Nieto también nos llegaron vivencias de la misión internacionalista en el sur de Angola. Raisa, la hermana de Alejandro, recordó en una anécdota familiar, la formación que recibió de su madre, y habló de su hermandad con Iroel.

 

 

Un momento muy especial lo constituyó la intervención de la madre de Iroel. Sobre la angustia por la pérdida, ella nos fue describiendo los porqués de aquellos valores que marcaron la vida de su hijo, como estandartes indelebles. Nos habló de aquel niño insaciable en la lectura, de su fuerza de voluntad, de su amor por la Revolución y de su lealtad a Fidel.

Michel cerró el conversatorio, con evidente emoción reflejada en el rostro, comentándonos, tanto las críticas como las enseñanzas que recibió de Iroel desde los inicios del programa Con Filo hasta su designación al frente de la editorial de ciencias sociales.

Terminado el conversatorio, nos encaminamos al colofón de la jornada a través del Paso de los Vientos. El salón que se abre entre los locales del Partido y la UJC de la CUJAE vio congregarse a aquel convite en pos del homenaje.

 

 

Por aquellos salones y pasillos caminaron Iroel y Alejandro, en aquellas aulas se sentaron, allí debatieron, defendieron sus criterios e impulsaron a los estudiantes de su generación. Así comencé mi preludio a la develación de una gran placa que recuerda a los dos eternos jóvenes. A esta universidad llegaron con valores formados esencialmente en el seno familiar y en las primeras enseñanzas, y la CUJAE constituyó un espacio ideal para develar sus potencialidades como jóvenes revolucionarios. De su amada universidad partieron a cumplir las misiones que les asignó la Revolución en diferentes frentes. Aquí regresan ahora para quedarse para siempre, no en un sitial de recordatorio, sino en una nueva trinchera de combate, porque cuando las nuevas generaciones de cujaeños ‒ante las apretadas síntesis que recoge la placa‒ quieran conocer más de aquellos jóvenes, quienes tuvimos el orgullo y la satisfacción de conocerlos como amigos, compañeros de lucha y hermanos, tendremos entonces la oportunidad de contar anécdotas y otras vivencias que describan la calidad humana de ambos, de aquellos hombres nuevos, y esa será la mayor utilidad de este rincón cujaeño, la de seguir sus huellas, la de mantenerlos vivos, la de proyectarlos hacia el futuro. Concluí convocando a sus familiares a develar, más que una tarja, placa o cartel, aquella nueva trinchera de combate de los dos hermanos de lucha.

El cierre de tan profundo homenaje llegó desde la guitarra de Fidelito y desde su voz juntada con la de Javier, el hijo menor de Iroel. Todos les seguimos a coro y le pusimos final a la jornada con un ¡Viva Fidel!, como salido de las voces de Iroel y Alejandro.

 

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