Capaz de destruir los más diversos metales, aleaciones y el hormigón armado, la corrosión atmosférica es considerada el enemigo más importante de las edificaciones expuestas a la acción directa del agresivo ambiente costero en cualquier parte del mundo.
En el caso particular de La Habana, una rápida mirada al malecón y otras áreas de la ciudad cercanas al mar, permite apreciar de inmediato el marcado deterioro que sufren buena parte de las construcciones asentadas en tales espacios, en particular aquellas desprovistas de algún tipo de protección de origen natural o artificial, capaz de atenuar tan perjudicial influencia.
La relación de inmuebles afectados incluye viviendas familiares, instalaciones hoteleras, culturales, recreativas y deportivas, en las cuales se han combinado la falta de mantenimiento sistemático con la calidad del hormigón armado empleado, que no siempre es la apropiada para tan adverso escenario, además de la insuficiente aplicación de los trabajos destinados a caracterizar la corrosividad del entorno.
BONDADES DE UN MAPA
Tomando en cuenta tan apremiante problema, especialistas del Centro Nacional de Investigaciones Científicas (CNIC) y de la Facultad de Ingeniería Civil de la Cujae, desarrollaron de manera conjunta el proyecto de investigación Estudio del ambiente agresivo costero en La Habana y su impacto sobre las estructuras de hormigón armado.
Igualmente colaboraron en su ejecución expertos del Centro de Investigaciones de la Construcción, perteneciente al ministerio de esa rama, de la Universidad Autónoma de Campeche, en México, y del Laboratorio de Diagnóstico de la Oficina del Historiador de la Ciudad.
Como señala a Granma el Doctor en Ciencias Técnicas Abel Castañeda Valdés, jefe del Grupo de Protección de Materiales, de la dirección de Medio Ambiente del CNIC, y uno de los autores principales junto al también doctor Juan José Howland Albear, investigador titular de la Cujae, se pudo precisar que las variables con mayor incidencia en la corta vida útil de las instalaciones analizadas son la deposición sobre ellas de un elevado porcentaje de partículas de sales de iones cloruro, la fuerza y dirección del flujo de viento predominante del nordeste, y el tipo de hormigón armado utilizado.
“Pudimos confirmar la presencia de niveles de agresividad corrosivas catalogados entre muy altos y extremos, en particular en las zonas del litoral capitalino sometidas al embate permanente del aerosol marino sin ninguna protección”.
De acuerdo con los resultados del proyecto, el promedio anual de la velocidad del viento a partir del cual ocurre un incremento en el aporte de las sales de iones cloruro es de tres metros/segundo, mientras en dependencia de su peso y tamaño pueden penetrar hasta distancias de alrededor de 40 metros del mar. Ese indicador ha sido estimado en muy pocas naciones del orbe y constituye un elemento de suma utilidad en los mencionados estudios.
Resulta oportuno añadir que en nuestro país se han llevado a cabo otras investigaciones vinculadas al impacto de la corrosión atmosférica costera en metales, pero no había ningún antecedente referido al hormigón armado.
Un aporte a destacar es la elaboración del Mapa de Agresividad Corrosiva de la Atmósfera específico para dicho material, algo que por primera vez es logrado en Cuba.
Según manifestó el doctor Abel Castañeda, ello constituye una herramienta científica segura y eficaz, que al poner en conocimiento de los inversores los niveles de corrosividad imperantes en cada tramo del litoral habanero, propiciará diseñar diferentes combinaciones de mezclas de hormigón más resistentes a la penetración de las sales de iones cloruro.
Lo anterior aumentará la durabilidad de las nuevas construcciones, evitando el deterioro anticipado de las estructuras, además de disminuir y alargar en el tiempo las costosas acciones de reparación. Incluso se evidenció que una relación adecuada de agua/cemento podría extender el buen estado técnico del hormigón armado más allá de los 50 años, aun bajo condiciones ambientales sumamente agresivas.
Otra ventaja del estudio es que propiciará la adopción de medidas orientadas a la reducción de las importaciones de aditivos, tecnologías y productos de elevado costo en el mercado internacional, usados hasta ahora en la recuperación de viviendas y demás obras sumamente dañadas por la corrosión.
Respaldado por numerosos avales emitidos por diferentes empresas vinculadas al sector de la construcción en el país, y la publicación en diez revistas especializadas de alto prestigio internacional, los resultados de la investigación sirvieron para elaborar las normas cubanas NC 345:2011 y NC 967:2013, relacionadas con la calidad del hormigón armado antes de recibir la influencia del agresivo ambiente marino.
Asimismo, permitió modificar la NC 120:2015, que establece los criterios de vida útil para ese material.
Debido a su significativo impacto económico y social, el trabajo obtuvo uno de los Premios Nacionales de la Academia de Ciencias de Cuba 2014, en la categoría de Ciencias Técnicas.
Próximamente será presentado en el VI Simposio Internacional de Medio Ambiente, que tendrá lugar en el Palacio de las Convenciones del 22 al 26 de junio, dentro de la agenda del XVI Congreso Científico Internacional del CNIC, institución que el venidero 1ro. de julio cumplirá 50 años de fundada.
Las perspectivas, subrayó el ingeniero Abel, apuntan a la conveniencia de realizar estudios similares en zonas de alto potencial para el desarrollo acelerado del turismo, y la ejecución de importantes inversiones en el sector de la industria, la energía, y el transporte.
Fuente: