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La guerrilla de los Tres Picos

La guerrilla de los Tres Picos

Por Miguel Alfonso Sandelis

Sustituir el rigor de una excursión al Pico Cristal es difícil. Por eso propuse hacer la guerrilla de los Tres Picos con el Movimiento Cubano de Excursionismo. A falta de pasajes para Holguín, nos iríamos en botella para el centro del país en busca de la elevación más alta de cada una de las tres provincias que tienen territorios en el Escambray: el Pico Tuerto de Villa Clara (919 metros de altura sobre el nivel del mar), el Pico San Juan de Cienfuegos (1140) y el Pico Potrerillo de Sancti Spíritus (931). En mis 35 años de excursiones jamás había conocido de una guerrilla en la que se uniese el ascenso de las tres elevaciones.

 

 Pero había que echar miedo, porque a una guerrilla así no se podía ir relajadamente. Los dispuestos debían saber a lo que se enfrentarían. Para ello sirvió una reunión en el Comité Provincial de la UJC de La Habana, donde hablé de frío, lluvia, cansancio, sed, hambre y perdedera. Solo no tendríamos mosquitos, les anuncié. A esos rigores se les unirían los retos de ir y regresar a La Habana “al dedo” y de vencer largas caminatas para unir los distantes picos. La semana de receso escolar del mes de abril sería el marco propicio para realizar la excursión.

 La única gestión que hice previo al viaje fue la de la lancha por la presa Hanabanilla, para lo cual fueron imprescindibles las coordinaciones hechas con la Juventud Provincial de Villa Clara, la municipal de Manicaragua y la dirección de transporte del propio municipio.

Sábado 15 de abril del 2023

 

Navegando en lancha por la presa Hanabanilla.

 El primer día de guerrilla sería de transportación. Una Yutong hasta Cienfuegos, un camión hasta el poblado del Salto del Hanabanilla y una lancha por la presa más linda de Cuba nos pusieron a orillas del río Trinitario para comenzar a desandar sus orillas por el llamado “Sendero de los Helechos”, con el pronto acompañamiento de la lluvia y la noche. Luego de varios cruces complicados del estrecho cauce, decidimos acampar en uno de los pocos espacios que nos brindaban las orillas.

Armar las tiendas de campaña y tragarnos la comida que cada uno llevaba, completaron la alargada jornada.

Domingo 16 de abril del 2023

 A las seis de la mañana –aún de noche– le di el de pie a la tropa. El plan para buscar el Pico Tuerto, que sería el primero a conquistar, era llegar por el río hasta la casa del campesino Juaneco y seguir más arriba, tal y como hicimos los malnombristas doce años antes. Pero justo donde acampamos, el Tuerto nos quedaba más cerca, aunque para subir por allí tendríamos que ascender laderas sin camino. Y eso comenzamos a hacer después de ocultar las mochilas en el monte.

 

En la cima del Pico Tuerto.

 En el inicio de la trepada tuvimos que bordear un largo farallón por la derecha. Al llegar a un tope, hallamos un trillo perdido que nos permitió ganar más altura hasta dar con el viejo camino que recorre el firme, ya conocido por los malnombristas. Allí tomamos a la izquierda y nos fuimos acerando al Tuerto. Tras vencer una primera loma a machete limpio por una espesa maleza, conquistamos la segunda y más alta, y entre la hierba pudimos divisar la base de concreto con la placa de bronce empotrada, que nos anunciaba la llegada a la mayor elevación de la provincia de Villa Clara. El primer objetivo había sido alcanzado.

 Tras el descenso y la caminata hasta el inicio del Sendero de los Helechos, donde previmos hacer la acampada, nos llegaron nuevamente la noche y la lluvia, esta última para complicarnos la primera cocina guerrillera al mojarnos la leña. Pasadas las nueve fue que pudimos efectuar el “tiroteo” de la comida.

Lunes 17 de abril del 2023

El nuevo amanecer nos llegó con una gran incógnita: ¿cómo atravesar la fangosa desembocadura del río Trinitario en el río Negro para emprenderla rumbo a la carretera de Cuatro Vientos al Nicho en pos de nuestro segundo objetivo, el Pico San Juan? En cuatro viajes sobre el bote de Osmell, trabajador de Flora y Fauna de la Zona, se resolvió la cuestión.

Luego vino una larga caminata bordeando las orillas del río Negro entre hermosos paisajes, para aparecernos en el caserío de Cimarrones, ubicado a ambos lados de la carretera. Dos inacabables pendientes bajo el sol de la tarde fueron los antecedentes del largo descenso hasta el poblado del Nicho, donde no nos detuvimos hasta llegar a la zona de las espectaculares cascadas y pocetas. Allí se nos unió Adiel, estudiante de Biología, y desde allí partió el Guille, estudiante de Informática por problemas familiares, por lo que seguíamos siendo 26.

Tras un merecido baño y el disfrute de las vistas de los saltos de agua –algo menguados por la alargada sequía que ya ponía fin–, terminamos la caminata del día en la casa de nuestro viejo amigo Chávez y de su esposa María, dos solidarios y ocurrentes campesinos, sin que faltaran pronto a la cita las dos ya habituales acompañantes: la lluvia y la noche. A la casa de Chávez llegamos con la compañía de dos perros a los que nombramos “Trillo” y “Camino”. Esa vez el tiroteo nos llegó sobre las once, cuando ya el hambre nos hería reciamente.

 Martes 18 de abril del 2023

Sí, para subir al Pico San Juan hay una carretera. Pero “para qué hacer lo fácil, si puedes hacer lo difícil” es un principio del Movimiento Cubano de Excursionismo. Y allá nos fuimos en una nueva mañana, a adentrarnos en la laberíntica Sierra de Cimarrones para conquistar la mayor altura del centro de la isla.

De la primera y fuerte trepada a un largo faldeo, a subir por potreros espinosos, a vencer una pequeña cordillera hasta la última loma enyerbada, giramos hacia el sur para tener de frente, en lontananza, el Pico buscado, delatado por la gran esfera del radar meteorológico que porta encima. Las dos lomas siguientes se nos fueron sin complicaciones, pero en la tercera el machete tuvo que blandirse muy duro frente a la uña de gato para acceder a unas antiguas ruinas, pasada la una de la tarde.

De las ruinas a una vereda el trance no fue difícil, pero la búsqueda de un cañón que nos trepara resultó ser infructuosa en dos intentos, obligándonos a acampar en un firme entre laderas, donde tuvimos que hacernos espacio a la fuerza. La previsión de cocinar el arroz de la jornada antes de partir de la casa de Chávez fue muy acertada, aunque del apuro de la cocina el arroz saliera duro. El refresco lo repartimos en polvo con azúcar para que cada cual se lo preparara y así ahorrar agua, pues no teníamos cómo abastecernos. Por suerte, la noche nos llegó sin lluvia por primera vez.

Miércoles 19 de abril del 2023

 

En la cima del San Juan.

 Tras amanecer entre farallones, regresamos a la vereda y retrocedimos hasta una senda conocida por la que la emprendimos hasta trepar por un cañón, descender del otro lado y volver a trepar con la compañía de la urticante hoja del chichicate. Así llegamos al llamado camino de la grúa, porque sobre este reposa una grúa de esteras caída accidentalmente desde la cima del San Juan varias décadas atrás. Los demás fue subir y subir.

 Pasadas las doce y media de la tarde la segunda meta ya había sido conquistada. El lomerío del Escambray se nos regalaba en una vista de 360 grados desde la impresionante altura. El “maní del mediodía” y las fotos de grupo completaron el momento.

  La bajada por la carretera nos trajo el adelanto de la lluvia. Unos sedientos buches de agua en el antiguo campamento de Manantiales le dieron ánimos a la tropa para seguir hasta la carretera que va de San Blas a Cuatro Vientos. La caminata por la montañosa vía fue interrumpida en el poblado de Mayarí por una botella en camión, que nos adelantó en un día la excursión, pues de acampar en Cuatro Vientos, la morada se corrió hasta la sede universitaria de Topes de Collantes, donde nos recibió Vladimir, el gentil cocinero del Castillito donde radica la sede. Tras unas llamadas telefónicas, recibimos el beneplácito de la decana y el director de la sede para hacer estancia en el lugar.

  Esa noche la cocina estuvo agrandada por un fufú de plátano y unos frijoles negros, lo cual trajo consigo, con la reaparición de la lluvia, que comiéramos al filo de la madrugada. El habitual frío de Topes de Collantes acudió también a la cita.

Jueves 20 de abril del 2023

 La conquista del tercer objetivo se veía más a la mano que las dos anteriores y temprano en la mañana partimos en pos de él, dejando las mochilas en el Castillito. Un poco después de pasar el centro urbano de Topes de Collantes, Trillo y Camino se nos perdieron de vista en unos matorrales, lo cual nos causó cierta tristeza. Pasando el poblado del Chorrito, dejamos la carretera y la emprendimos lomas arriba.

 Poco a poco nos fuimos acercando a la base del Potrerillo a través de un camino conocido. Ya abajo, tuvimos que hacer una exploración para encontrar el trillo de ascenso. Por él subimos hasta el firme que lleva a la cima. De trepada en trepada sobre riscos nos fuimos acercando a la última meta, teniendo a ambos lados espectaculares vistas, incluyendo a la ciudad de Trinidad y al mar Caribe.

 Todo iba viento en popa hasta conquistar nuestro tercer pico. Lo que en La Habana les pareciera una locura a no pocos escépticos, se hacía realidad. Pero tal osadía no fue del agrado de los elementos. El Escambray a nuestro alrededor se nubló todo y comenzó a caer una llovizna que en pocos minutos se convirtió en un feroz aguacero. Pero no bastó.

 

Sobre el Pico Potrerillo iniciando la lluvia.

 
Una vista del temporal desde la cima del Potrerillo.

 El aguacero vino acompañado por una lluvia de granizos de alrededor de un centímetro de diámetro y un fuerte viento, que en pocos minutos nos pusieron a temblar de frío. Y como si fuera poco, comenzó a tronar por nuestros alrededores y, estando sobre la mayor altura de la serranía circundante, éramos un blanco predilecto para las descargas eléctricas. Lo que parecía la llegada más fácil, se convirtió en el momento más tenso de la excursión.

 En aquella situación, las fotos de grupo sobraban y la única salida era partir de allí lo más rápido posible, porque al riesgo de los rayos, se le sumaba el de la hipotermia si permanecíamos estáticos en el lugar. Comenzamos entonces el descenso entre los riscos. Poco a poco fuimos venciendo el firme de vuelta, para luego terminar la bajada por un trillo enfangado que regaló unas cuantas caídas cuando ya había escampado.

El retorno a la carretera no trajo más complicaciones. Una agradable sorpresa nos llevamos al encontrarnos a Trillo y Camino de vuelta en el Castillito. Esa noche comimos más temprano y nos alistamos para el retorno a La Habana.

Viernes 21 de abril del 2023

 

Con Vladimir, Trillo y Camino en el Castillito.

 Tras el de pie a las cinco, recogimos todo, desayunamos y nos despedimos de nuestro gran amigo Vladimir y sus nuevos acompañantes Trillo y Camino, con cierta congoja.

 El viaje hasta la Autopista Nacional se fue sin contratiempos, entre un camión desde Topes y una guagua de Transmetro en Manicaragua. Bajo un puente de la ancha vía comenzó entonces una larga espera. Sobre las once de la mañana partieron los cuatro primeros en un camión, otro camión se llevó a diez más a las tres de la tarde y los últimos doce nos montamos en una mal armada guagüita Diana un poco antes de las cinco de la tarde. A las once de la noche cada cual ya estaba en sus predios de La Habana.

 La guerrilla de los Tres Picos comenzaba a ser historia pasada, pero tan presente en cada uno de los participantes quedaba la certeza de que no hay retos imposibles cuando el deseo y el trabajo en equipo se juntan sin importar el rigor de las metas ni la dificultad de los tiempos de corran. La amistad, la solidaridad y la fuerza de voluntad son magníficos atributos para vencer retos. De este modo, la guerrilla de los Tres Picos se convertía en un digno homenaje al Movimiento Cubano de Excursionismo en sus diez años de vida.

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